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Causas.
La
principal causa es la exposición al frío. Sin embargo existen otros factores
que favorecen la congelación:
El viento. Acrecienta la
sensación de frio, al favorecer la irradiación o pérdida de calor corporal
facilitando la congelación de los miembros expuestos. Una temperatura real por
encima del punto de congelación puede producir congelaciones cuando existe
viento.
Radiación. El calor se
irradia hacia la atmósfera, fuera de cualquier cuerpo físico que genere calor
en condiciones normales, incluyendo el humano. La ropa en general, y en
particular las capas interiores de vestimenta evitan esta pérdida.
Humedad. Al transpirar y
al respirar se pierde calor por evaporación. El transpirar es una forma que
tiene nuestro organismo de regular la temperatura, pero puede ser
contraproducente en climas fríos. La mayor o menor humedad ambiente influye
también, ya que condensa más agua sobre nuestra piel que a su vez se enfría. La
vestimenta que permite dar salida a nuestra transpiración (membranas
impermeables y transpirables) evita un enfriamiento excesivo por evaporación al
dejar salir el sudor, pero progresivamente sin exponer nuestra piel
directamente al ambiente.
Conducción. Al contactar con
superficies o sustancias frías (suelo, agua, metal). La ropa mojada o que
retiene el agua es un riesgo en climas fríos. La ropa que nos impermeabiliza o
los elementos que nos aíslan de superficies frías evitan esta pérdida de calor.
Consejo: no tocar con las manos desnudas objetos metálicos durante un tiempo
prolongado; no llevar ropa interior, medias o guantes mojados.
Enfermedades
circulatorias. Algunas
enfermedades corporales en la que se ven afectados los vasos sanguíneos por una
mala circulación facilitan las congelaciones. Entre ellas la diabetes y la
enfermedad de Raynaud.
Edades extremas.
Niños
y adultos.
Deshidratación,
desnutrición, hambre…
Consumo de
drogas o alcohol.
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Clasificación y
fases.


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Tratamiento.
El tratamiento común en cualquier
grado de congelación dirige principalmente sus esfuerzos en evitar agravar el cuadro
clínico y recuperar la circulación sanguínea de la zona afectada.
La primera actuación y más obvia
consiste en retirar cuanto antes a la persona de la acción del frío e iniciar
la maniobra de recalentamiento. In situ la única opción es cubrir la zona
afectada con ropas, poner las manos en los bolsillos, en las axilas....pero no
frotar la zona afectada puesto que estaríamos agravando la lesión. Cuando
llegamos al refugio finalizamos la maniobra de recalentamiento por inmersión de
la zona afectada en baños de agua a 38ºC, poco más que la temperatura corporal.
Hay que evitar tanto los recalentamientos lentos que pueden producir recongelaciones
y también huir de los recalentamientos rápidos (evitar baños de agua hirviendo,
duchas muy calientes, aproximación a fuentes de calor, etc...).
No dar friegas con nieve, los
cristales de hielo agravan la lesión. Tratar los posibles edemas mediante la elevación
del miembro afectado.
No cubrir la lesión a menos que
sea totalmente indispensable, si se precisa, cubrir con paños limpios y nunca vendar
juntas dos zonas congeladas, así pues, si tenemos que cubrir los dedos de una
mano, éstos deben vendarse por separado.
No dar bebidas alcohólicas, el
alcohol produce vasodilatación y aumenta momentáneamente la sensación de calor periférico
dificultándose los mecanismos termorreguladores del organismo. Sí es
aconsejable administrar otras bebidas templadas para restaurar el grado de
hidratación del cuerpo.
Si la congelación es especialmente dolorosa, la toma de analgésicos es decisión del afectado. Un nolotil o similar puede ser de utilidad
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